Para quien suele obstinarse en que la vida es, ciertas veces, tan avara y enemiga, amputarse el sol
sería una acción suicida. Como quien no ha conseguido su licencia para transitar sus días
en complacencia, renunciás a la mujer por excelencia.
Y aunque duela, es mi deber darte a sentir, que imposible es resguardar a mi jardín
si no ordeno mis cajones y mi armario. Que los brotes de egoísmo que exhibí
son miserias de un cobarde que erigí en el pecho de aquel niño desolado.
Si consigo abolir este estigma y resuelvo, por fin, este enigma. Yo tendré un hueco en el codo
para enterrar tus angustias y un cuello en que tu astucia puede conseguirlo todo. Mis pestañas
para usarlas de transporte a nuestro cielo. Donde no podrán hallarnos ni los miedos ni el flagelo.
Y cuando sienta morir, y se congelen mis manos porque me secuestre el frío
sabré lo que hacer para renovarme: Hallaré tus mejillas para acariciarte ♪
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